Declaración de los Derechos Humanos: Introducción
Hace sesenta años, las naciones del mundo se reunieron para reconocer que todas las personas de todas las nacionalidades, son libres e iguales sin depender de su raza, religión, nivel económico, edad, genero u otra característica personal. Durante la firma de la Declaración de los Derechos Humanos en 1948, las Naciones Unidas crearon el primer documento internacional que reconoce los derechos humanos como pilar de paz, justicia y libertad en el mundo.
La Declaración Universal delinea 30 derechos básicos para que todos los seres humanos desarrollen todo su potencial y vivan libres de miedo y necesidad. Fue un enfoque único que nació a partir de que el mundo dijo 'nunca más' a los horribles eventos de la Segunda Guerra Mundial, una guerra en la que se vivió un grado de atrocidad nunca antes visto. Globalmente, se estima que más de 50 millones de personas han muerto. Los crímenes de guerra fueron extensos: desde el infame Holocausto en el que la Alemania Nazi quizo eliminar a los 'no deseables' como a los Judíos, polacos, eslavos, romanos, sinti, los descapacitados, homosexuales, y otros, hasta el uso de esclavos sexuales, conocidos como 'mujeres que confortan' por los soldados japoneses. Los campos de concentración fueron usados en todo el mundo, y, desafortunadamente, en la Segunda Guerra Mundial se hicieron las primeras pruebas de armas biológicas por Japón y se usaron las bombas atómicas en Nagasaki y Hiroshima confeccionadas por los Estados Unidos de América. Leer más....
El acceso a la educación es un derecho humano fundamental consagrado en la Declaración Universal en su Artículo 26, el cual señala que la educación debe ser libre y accesible para todos. Mediante la adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, la comunidad internacional ha manifestado que tanto la educación primaria como la secundaria son derechos fundamentales para los niños. Asimismo, la comunidad internacional mantiene su compromiso con los derechos humanos y educación mediante los Objetivos de Desarrollo del Milenio , la Declaración del Milenio y la iniciativa de la UNESCO “Educación para Todos” .
La importancia de la educación para el desarrollo se evidencia por la brecha que existe entre el acceso a la educación en países desarrollados, en donde se ha establecido un sistema institucionalizado y con normas, y los países menos desarrollados, como muchos en África, en donde la educación es limitada y su costo es muy elevado. La educación es una herramienta fundamental para sacar a los niños y familias de la pobreza. Sin embargo, en los países menos desarrollados (PMD), la asistencia a la escuela primaria es menor al 55% para niñas y 60% para niños, y 19% y 22% respectivamente en el caso de la escuela secundaria. La educación es fundamental para el desarrollo a largo plazo y el desarrollo de capacidades en países menos desarrollados. No obstante, de acuerdo con la UNESCO, actualmente 77 millones de niños no van a la escuela.
Lograr que los niños asistan a la escuela es sólo el comienzo. La lucha por la educación también incluye crear el entorno y condiciones para una enseñanza efectiva. A menudo, como sucede en los países en vías de desarrollo, mejorar el acceso y superar los obstáculos de la matrícula es solo la punta del iceberg. Los sistemas educativos en estos países se enfrentan a diversos desafíos: la falta de maestros, niños que llegan a la escuela sin haber desayunado o enfermos y, algunas veces, con traumas producto de las guerras, un elevado número de alumnos por profesor y limitaciones financieras.
En Canadá, no estamos libres de los obstáculos para acceder a la educación. Los estudiantes nativos pueden tener muchas dificultades, incluyendo la pobreza, idioma, aislamiento geográfico y racismo. Los niños de las comunidades nativas frecuentemente afrontan el estrés fuera de las aulas, lo cual dificulta su aprendizaje.
Algunos inmigrantes y refugiados que vienen de países pobres o en conflicto tienen dificultad para adaptarse al sistema educativo. La clasificación por edades empeora aun más su situación en Canadá. Los estudiantes de países devastados por la guerra quizás no hayan asistido a la escuela en su país de origen, pero dado que son adolescentes deben ser ubicados en escuelas secundarias. Generalmente, estos jóvenes llegan a Canadá hablando inglés como su segundo idioma, lo cual dificulta su integración y aprendizaje. Los maestros, quienes tienen una excesiva carga laboral, no cuenta con las habilidades o capacidades para manejar con efectividad esta situación. La tasa de deserción escolar en el caso de los jóvenes inmigrantes y nativos es elevada y afecta a largo plazo tanto individual como colectivamente. La desigualdad en la educación afecta las posibilidades de los jóvenes para conseguir un empleo y su futura calidad de vida.
Los estudiantes con discapacidad deben lidiar con estereotipos faltos, actitudes negativas y, con frecuencia, inaccesibles ambientes de aprendizaje. Para lograr destacar en la escuela, requieren que sus necesidades sean atendidas. También necesitan que se respete el derecho humano más fundamental: el derecho a la inclusión y participación en la comunidad.
Otro obstáculo en el sistema educativo canadiense es la amplia incidencia del bullying y discriminación. Frecuentemente, los estudiantes son víctimas del acoso sexual o de otro tipo. Los jóvenes de orígenes étnicos, discapacitados, gays o lesbianas son habitualmente agredidos por sus compañeros. Por lo general, estos jóvenes y niños sufren de depresión y falta de autoestima, lo cual hace difícil su experiencia escolar. Un estudio realizado en Columbia Británica indicó que el 72% de estudiantes son testigos de bullying dentro de sus escuelas.
Quizás no puedas lograr que los niños de todo el mundo tengan igual acceso a la educación, pero sí puedes hacerlo aquí en Canadá. Esfuérzate en conocer estudiantes que provengan de otros países, ayúdalos a aprender más sobre Canadá y establece una amistad con ellos. Dile no al bullying o a la violencia en las escuelas y asegúrate de expresar tu posición y decir que no está bien. Un gesto amable de una persona dentro de un nuevo entorno o en contra del bullying puede hacer una gran diferencia.